Existen muchas maneras de comenzar una novela. Las vamos a describir a lo largo de este artículo que va más allá de una pura cuestión técnica. Trataremos, pues, de inculcar en el autor la idea, no siempre bien entendida, de que «el comienzo de una obra debe ser muy atractivo», por encima de la técnica que decidamos emplear.
Porque el inicio de una obra, nos referimos a los primeros párrafos del texto general, resulta crucial a la hora de captar la atención del lector de manera suficiente como para que siga pasando las páginas.
Inicio «desde el principio», «ab ovo» o «ab initio»
Se trata de la manera más universal de inicial una novela o cualquiera otra obra literaria. El autor nos sitúa al comienzo de la acción mediante, normalmente, una descripción situacional clara. Más adelante nos presentará a algunos de los personajes, normalmente los principales, a menos que decida irlos presentando a lo largo de diferentes capítulos. Vemos un ejemplo de la presentación ab initio:
«Dos caminos desembocaban en lugares distintos: el primero, sinuoso y lleno de piedras, llegaba hasta un castillo rodeado de árboles y fuentes, mientras que el segundo, mucho más corto, despejado y sin curvas llegaba hasta una cueva oscura cuya entrada rezumaba moho y agua negra. El caballero, Roland de Anbou debía tomar la decisión sobre qué camino seguir cabalgando antes de que su caballo Denon acabara abatido tras las heridas sufridas en la batalla más infausta».
Como vemos, en tan solo unas líneas, el autor nos presenta a su personajes principales y nos
muestra el pasaje misterioso donde van a tener lugar los primeros pasajes de su obra.
Esta manera de abordar los primeros compases de una obra es tan universal como arriesgada. Lo explicamos: Si el escritor descuida los niveles de incertidumbre iniciales estará condenando al lector a desistir de la lectura del resto de la obra. En el caso del ejemplo, el autor se ha cuidado de conceder niveles de incertidumbre aceptables, suficientes como para que el lector no cierre el libro que acaba de abrir hace tan solo unos instantes.
Una descripción excesivamente ampulosa también puede fataigar al lector nada más acometer la lectura de esta obra. Pinceladas sueltas y una visión de gran angular suelen ser suficientes como para que el lector se haga una idea precisa del contexto y continúe interesado en la lectura del libro que ha decidido disfrutar. No olvidemos que la misión fundamental de cualquier obra literaria es la de entretener; no nos pensemos tan importantes en la vida de los lectores.
Inicio «in media res» o «en mitad del asunto (o la cosa)»
Se trata de una manera de iniciar cualquier trabajo literario, en este caso una novela, al estilo más cinematográfico, esto es: el autor decide comenzar la historia a mitad de la acción. Más adelante retomará los tiempos en sentido lineal hasta que, seguramente al final de la obra, el inicio converja con el remate final de la acción.
Hay que ser muy cauteloso a la hora de comenzar una novela de esta manera. El lector puede perderse antes, incluso, de meterse en la trama. Por todo ello no lo recomendamos para aquellos autores que no tengan aún la suficiente experiencia.
Inicio dialogado
A diferencia de los anteriores, que comienzan mediante una narración (el inicio in media res puede comenzar con diálogos aunque es raro), en este caso el autor decide iniciar la trama con un diálogo más o menos prolongado. Luego, deberá retomar la narración en la persona que estime o mediante la consabida «voz omnisciente».
Este tipo de inicio es más extravagante que los anteriores y se consagra a obras de corte experimental, a pesar de lo cual, algunos autores clásicos lo han empleado en algunas de sus obras.
Inicio extremo o «initio in extremis»
Supone empezar la novela por el final. A diferencia del inicio in media res, esta otra modalidad implica que el autor comienza no por alguna parte final de la obra sino por el final mismo. Es posible que tras el final real la obra sea rematada mediante un epílogo, aunque no tiene por qué ser así.
Como en las técnicas de inicio de novela antes comentadas, el autor es soberano para emplear este otro procedimiento. Eso sí; debe ser consciente de que contarle a alguien el final de una obra literaria o un film cinematográfico resulta extremadamente arriesgado porque el resto de la trama, aún por leer, podría perder interés.
Esta técnica de inicio de una novela es propia de algunas históricas, novelas negras y otras de corte evocador. Naturalmente, el autor debe mostrar un final muy potente, de manera que el lector desee conocer «por qué han llegado a ser así las cosas». Las novelas históricas que emplean este tipo de finales arriesgan mucho menos; todo el mundo sabe que la escuadra hispano-francesa perdió la batalla de Trafalgar. Es posible que por ello sea relativamente común ver estos inicios en novelas de corte historicista.
El Inicio potente de una novela
Sea cual fuere la técnica empleada para iniciar una novela, lo que sí hemos de tener muy claro es que toda novela que aspire al éxito editorial debe comenzar con mucha fuerza narrativa. Lo vemos en un ejemplo:
Inicio de la novela A:
«La tarde era luminosa, tanto que se podía ver muy lejos, casi hasta las montañas del país que había más allá de los lagos. Una golondrina pasó rozando la cabeza de Rodri, cuya intención única, aquel magnífico atardecer, era la de cazar alguna rama o un tritón despistado con el que presumir, los día sucesivos, en el colegio».
Inicio de la novela B:
«Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo». Cien años de soledad, Gabriel García Márquez.
El maestro GABO nos enseña, una vez más, cómo deben hacerse las cosas. Analizamos este inicio:
- Nivel de incertidumbre muy alto: ¿por qué el coronel acabaría frente a un pelotón de fusilamiento?
- Expresión concisa e impactante: ¡nada menos que conocer el hielo!
- Fórmula: in media res: necesitamos saber cómo acaba esta historia.
Consejos para iniciar una novela
Insistimos en la importancia de un buen inicio de obra para que el lector, en estos primeros momentos de cierta duda, se decante por seguir leyendo hasta el final.
- Arriesgue, no escriba un inicio de novela que otros ya han escrito.
- No describa obsesivamente pero sitúe al lector en alguna parte.
- No avasalle al lector presentándole a numerosos personajes. No tenga prisa, puede ir presentándolos a lo largo de la obra.
- Si no domina la escritura no se complique con fórmulas de inicio poco convencionales que puedan desvirtuar la trama y confundir al lector.
- No olvide dotar al comienzo de la novela del suficiente nivel de incertidumbre.
- Mucho cuidado con iniciar una novela con diálogos, sobre todo si usted no es un escritor con una experiencia dilatada.
- Sea rotundo, ponga a trabajar toda su fuerza narrativa.
- Por encima de todo: sea muy original.
- Y no confunda originalidad con excentricidad.