Son muchos los autores que se ponen a escribir sin mayor planificación y acaban una novela más o menos larga. Algunos afirman que «escriben como si alguien les estuviera dictando». Es lo que se conoce como escritura automática, muy de moda a principios del siglo XX con resultados poco claros, por no decir nefastos.

Nada de experiencias extremas: conocer las bases de la novela, trabajar, trabajar y trabajar. 

Lo qué debe conocer un escritor antes de comenzar su novela.

Escribir una novela es una actividad compleja que requiere de un conocimiento previo importante. Para ello, un escritor en ciernes o en fase de perfeccionamiento debe: 

  • Haber leído muchas novelas de diferentes géneros y de autor exitosos. No es necesario que haya leído renombrados best sellers —no olvidemos que esta literatura suele ser demasiado comercial— pero sí que haya disfrutado con algunos de los autores que sugerimos más adelante. 
  • Conocer los entresijos de una novela; exactamente lo que pretendemos con esta serie de artículos. A saber: su estructura, los tipos de final, las partes, la conformación de capítulos, los añadidos (adenda, prefacio, introducción, prólogo, epílogo, etc.), las figuras literarias, etc.

Consideramos de obligada lectura a algunos autores universales que proponemos a continuación: Miguel de Cervantes Saavedra, Paul Auster, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, John Dos Passos, Mary Shelley, Charles Dickens, Virginia Wolf, Fiódor Dostoyevski, Truman Capote, Ernest Hemingway, Herman Melville, Víctor Hugo o Johan Wolfgang von Goethe. Con diferentes estilos, todos ellos trabajan una prosa excelente. Por supuesto que esta selección de autores es arbitraria, pero al menos garantiza la suficiente pedagogía literaria a todos aquellos que deseen vivir la aventura magnífica de ser escritor; en una palabra: nos enseñan cómo debe escribirse una gran novela. Tampoco es necesario leerse las mejores obras de todos estos autores, aunque es más que recomendable disfrutar con los pasajes de buena parte de lo escrito por estos genios de la literatura universal.

Las partes de una novela.

Por norma general, la construcción de una novela se sustenta sobre los siguientes pilares: narración, descripción, diálogos, personajes y trama. Sobre esta base se ha de construir un relato complejo (la novela lo es) que rebase las doscientas cincuenta páginas en formato A4 en fuente Verdana, Times New Roman o Arial al 11.Si es usted capaz de manejar estas variables de manera armoniosa y dentro de una trama original e interesante vamos por buen camino.

Narración: La agilidad en la narración va a determinar buena parte del interés lector. Una prosa rica pero profusa puede hacer desistir de la lectura a los lectores más valientes en la actualidad. Es esta la principal causa de abandono de una novela y por este motivo hay que tenerlo muy presente. El uso de subordinadas extremadamente largas, el empleo inadecuado de las comas, los puntos y otros signos de tipografía, el escaso dominio de las expresiones empleadas o un registro idiomático elevado suelen, jutas o por separado, dar al traste obras que podrían haber tenido mucho más interés. 

Un escritor debe emplear un registro en el que sienta cómodo y emplear un registro idiomático a su alcance y al de los lectores. Los recursos del idioma no están para alardear de conocimiento sino para acceder a mentes inquietas de muy amplio espectro, porque la variedad de personas a las que podemos acceder con una novela es algo que caracteriza a este género y lo hace grande. 

Frases cortas sin alardes sintácticos son suficientes como para acabar una gran novela: Auster o Dos Passos lo confirman en cada uno de los pasajes de sus obras.

Descripción: Las descripciones siempre son peligrosas. Los excesos con este recurso acaban incitando al lector al abandono por su pesadez y su difícil digestión. Es verdad que las novelas antiguas incluían complejas descripciones que maravillaban a los lectores, como también lo es que La Celestina, de Fernando de Rojas, incluye una joya como el llanto de Pleberio que ningún escritor emula en la actualidad. Los lectores han cambiado y se han vuelto más exigentes, amantes de obras más breves y de descripciones distintas.     

Lo contrario es «dejar ciego al lector» o, como refiere un amigo escritor con el que no puedo estar de acuerdo: «dejar en sus manos la configuración del atrezo». El lector se merece algunas pinceladas sobre los lugares donde tiene lugar la acción y el atrezo de los personajes. No es lo mismo que el protagonista entre en un hotel impecable vestido con ropas harapientas y portando un cuchillo reluciente a que entre en un hotel sucio vestido de gala y portando un cuchillo manchado. 

Describa con cuidado, con precisión, a pinceladas precisas, pero describa; no me deje ciego porque cierro su libro y enciendo la televisión. Al menos en este medio podré ver cosas. 

Diálogos: Los escritores dan muy poca importancia a los diálogos. Al menos no tanta como a otros aspectos de sus novelas. Sin embargo, una buena configuración de las partes dialogadas también va a determinar la aceleración o ralentización de la obra en su conjunto. Van unos consejos: 

  • Emplee este recurso solo cuando sea necesario. La profusión de diálogos convierte una obra interesante en una tortura para el lector. 
  • Armonice diálogos con narración en una proporción predeterminada. No improvise en esto. Tome un libro de su autor favorito y calcule la proporción diálogo-narración. 
  • No dialogue sobre todo. Evite el protocolo, las largas despedidas y todo aquello que pueda resultar baladí al lector deseoso de ir pasando páginas. 
  • No escriba diálogos largos. Dos o tres páginas de diálogos solo van a ralentizar el ritmo de la novela y no van a aportar tanto como la narración. 
  • Piense que una novela puede escribirse sin diálogos pero no sin narración.
  • Fórmese en el empleo de guiones y verba dicendi para ultimar diálogos deliciosos y ágiles. En este sentido, no olvide asignar a cada personaje su frase o el lector se perderá.   

Personajes: Los personajes están también en la base del éxito de una novela. Ser capaz de configurar personalidades atractivas para el lector no es algo que se encuentre al alcance de cualquiera y conseguirlo requiere de esfuerzo e inteligencia. 

No se trata de ir incluyendo personajes en la novela conforme se va desarrollando sino de planificar con precisión los personajes intervinientes y sus distintas personalidades, su aspecto, su comportamiento y sus inquietudes. Para ello deberemos anotar en nuestra pizarra de escritor (cosa que recomiendo asaz) sus nombres y dotarlos de entidad en base a lo comentado anteriormente. Recomendaciones: 

  • Por favor, no confeccione personajes maniqueos, en los que toda la maldad o toda la bondad tienen lugar. La realidad no es así y hasta las personas más malvadas tienen su parte noble, sus límites. También los «buenos» tiene sus sombras. Mire, por poner solo un ejemplo, al Sherlock Holmes de Arthur Conan Doile.
  • No descubra al sus personajes principales desde el inicio, tras una larga descripción. Deje que el lector los vaya descubriendo a lo largo de la novela.  
  • Deje que su personaje o personajes principales sorprendan al lector en alguna parte de la obra. No convierta a los intervinientes en peleles previsibles porque aburrirá al lector como alguna manidas series de televisión predisponen a los televidentes a una siesta solaz. 
  • Si va a escribir una novela negra, confiera especial importancia a la personalidad del malvado y la de su perseguidor. 

Trama: La trama de una obra debe ser, por encima de todo, original y después interesante. Como editor de libros, me canso de leer novelas que ya han sido escritas, muchas veces mucho mejor, por otros novelistas. No se trata de plagios sino de una reconfiguración de tramas universales que ya nos conocemos: un secuestro, un naufragio, una invasión, una historia de amor. Todo esto ya lo escribieron otros antes; o dotamos de originalidad a nuestra historia o terminaremos la novela como estos guiones de Hollywood que se repiten sin cesar en busca de un público facilón con pocas ambiciones. Piense que el lector de un libro suele ser mucho más exigente que alguien que come palomitas mientras se despacha con un filme comercial. 

Lo interesante de la obra va a venir condicionado por el nivel de incertidumbre que usted sea capaz de conseguir desde el principio. El lector solo pasará las páginas en busca de algo que usted se ha guardado bajo la manga. Sin ello es muy difícil —aunque sucede en el caso de muy buenos escritores de novela— que alguien siga leyendo solo por el puro placer de la lectura. A mí me pasa con Paul Auster, Skármeta, Carver y pocos más. Muy importante: no eleve la incertidumbre tanto que defraude al lector cuando resuelva la trama. Por ejemplo: si un autor habla de que «va a tener lugar un acontecimiento universal» y luego solo se trata de algo de escasa relevancia el lector se sentirá no solo defraudado sino también estafado. 

Planifique combinando y armonizando estos elementos y trabaje mucho. Solo así estará ante una posible novela excelente. ¡Ah!, y no se olvide de lucir una prosa magnífica, muy cuidada, con la que hacer disfrutar a los lectores.