La colocación de las dichosas comas.
No es mi intención referirme a todos los usos de la coma en español. Para ello, usted dispone de magníficos manuales escritos por «doctores de esta iglesia» literaria tan compleja a través de diferentes soportes. Me limitaré a mencionar los errores más frecuentes en el empleo de un signo tipográfico tan insignificante como fundamental.
Es conocido el caso de aquel reo que se salvó del pelotón de fusilamiento gracias a una coma.
La carta que interceptó una noble protectora decía así:
«Indulto para el reo imposible, fusilar».
La mujer tuvo la ocurrencia de borrar como pudo la coma y recolocarla, de manera que el texto quedó de esta manera:
«Indulto para el reo, imposible fusilar».
Y el desdichado se salvó de una muerte segura y, quién sabe, a lo mejor volvió a los brazos redentores de su amada (o a lo mejor no lo hizo el muy desagradecido). No lo sé, a lo mejor algún día escribo esta novela.
Imagino que no es más que una leyenda, una simple anécdota que algún aguerrido maestro de escuela contaba a sus alumnos para que estuvieran bien pendientes de las pequeñas comas de sus primeros escritos. Sea como fuere debe servirnos para no despreciar a las comas y tomarnos esta cuestión como si en ello nos fuera la misma vida, como al reo mencionado.
Mi abuela me comentó en cierta ocasión que el actor novato de una obra de teatro debía pronunciar en escena tan solo una frase, mirando a su señor después de señalar a un cadáver tendido en el suelo:
«Señor, muerto está. Tarde hemos llegado»
Sin embargo, os nervios de su primera vez le jugaron una mala pasada y pronunció ante la sala abarrotada de público:
«Señor muerto esta tarde hemos llegado»
Unos cambios ligeros y podemos hablar perfectamente con un cadáver.
Errores frecuentes en la colocación de las comas.
- Partir en dos sujeto y predicado:
- No es: «Ya comenté aunque de pasada cómo Antonio Balbuena, estaba muy motivado, muy conmovido, y muy nervioso».
- Sí es: «Ya comenté, aunque de pasada, cómo Antonio Balbuena estaba muy motivado, muy conmovido y muy nervioso».
- Colocar una coma delante de conjunción copulativa:
- «Estaba tan cansado, y tan tenso que no pudo dormir en toda la noche».
- «No estaba de acuerdo, ni con los unos, ni con los otros»
La conjunción copulativa resulta una separación perfecta, no es necesario colocar la coma entonces. Este error es muy frecuente y puede, además de fatigar al lector, alterar el sentido de algunas frases.
Cosa distinta resulta de la colocación de la coma ante una conjunción copulativa cuando se anteponga a una aposición. Lo vemos:
- «Estaba tan cansado, y eso que no hacía ni dos horas desde que se levantó, que se recostó sobre el sofá y no pronunció palabra».
- Abusar de las comas:
Cuando el autor de una obra no ha leído lo suficiente o desconoce las reglas sintácticas más elementales suele llenar el texto de comas. Es como si se atuviera a la expresión castellana: «Más vale que sobre a que falte». ¿Qué consigue un autor cuando «plancha» el texto con comas innecesarias? Ralentizar su lectura, hacer desistir al lector de avanzar en el texto. ¿No es razón suficiente como para que afinemos el teclado y nos propongamos un empleo racional de las comas?
- Confundir comas con puntos y coma:
A diferencia de la coma, el punto y coma tiene un tono más resolutivo:
- Solo con comas: Andrés se hizo de oro en el extranjero. Después compro una casa muy bonita en Asturias, un coche, una moto y una pequeña barca.
- Con comas y punto y coma: Andrés se hizo de oro en el extranjero. Después compro una casa muy bonita en Asturias, un coche, una moto y una pequeña barca; lo que siempre soñó.
También usaremos punto y coma cuando hayamos apurado las posibilidades de las comas y para evitar su repetición:
- «Madrid, 1998; Míchigan, 2014; Londres, 221; Valencia, 224.»
Las temidas mayúsculas.
He aquí algunas normas para la colocación de las mayúsculas. La primera de ellas es la consigna más universal, aquella que siempre tienen presente los correctores:
- Si no hay nada que indique que una palabra deba ir en mayúscula, esta deberá ir en minúscula.
- Los oficios, por muy alta cualificación que requieran van en minúscula: «cazador», «albañil», «ingeniero», «presidente de gobierno», etc.
- Las carreras van en minúscula: «ingeniero», «psicólogo», «médico», etc. Da igual lo bueno que cada uno sea en lo suyo.
- Los títulos nobiliarios van en minúscula: «conde», «marqués», etc. da igual la importancia de dicho título.
- Los cargos eclesiásticos van en minúscula: «obispo», «sacerdote», «arcipreste», «papa de Roma», «sumo pontífice», etc. También las religiones: «cristianismo», «islam», etc.
- Las razas de animales y etnias humanas: «mastín español», «caballo andaluz», «ario», «caucásico», etc.
- Las disciplinas van en minúscula a menos que se trate de asignaturas:
- «le gusta mucho la psicología»
- «Suspendió Psicología General»
- Los tratamientos de respeto van en mayúscula cuando son abreviados y en minúscula cuando están completos:
- «D. Andrés Rialto López»
- «don Andrés Rialto López»
En una novela siempre se deben emplear completos. Se escriben abreviados en textos jurídicos o espistolares.
Obras y textos por encima de las posibilidades del autor
Tener la autoestima en su lugar es algo que los psicólogos recomiendan de todas todas. Tener una autoestima de autor muy elevada, a pesar de nuestras limitaciones, puede resultar comprometedor. A menudo, sin embargo, los autores se olvidan de sus limitaciones literarias y acometen obras que sobrepasan su capacidad. A lo mejor me quedo corto cuando digo a menudo.
Un autor que comienza debe hacerlo a través de un género maravilloso que todos los grandes autores han abordado. Se trata de la narrativa breve. Emprender un relato extenso con innumerables personajes suele ser muy difícil de manejar; el resultado se lo pueden imaginar. Un texto cargado de subordinadas interminables, de aposiciones imposibles y de perífrasis cargantes resulta ilegible para el común de los lectores. Sin embargo, permítame insistir, es algo muy frecuente. Permítame unos consejos en este sentido si usted es un autor que trata de iniciar su carrea literaria:
- Afronte una obra para la que se encuentre plenamente capacitado.
- Planifique los personajes antes de comenzar su novela; no vaya incluyéndolos a medida que se suceda la trama y no incluya más personajes de los que puede manejar.
- Emplee un registro idiomático que usted domine, no pretenda enfrentarse a un lenguaje complejo y una sintaxis elevada porque esto le llevará al fracaso.
- Comience practicando con obras muy breves. No me refiero a microrrelatos (algo espantoso literariamente) sino a cuentos sencillos, ejercicios descriptivos (como un pintor ante una bahía), narraciones breves a la par que interesantes… Ya tendrá tiempo de vérselas con una gran novela.
- No de a leer sus obras a familiares y conocidos porque le mentirán sobre su calidad. Búsquese un editor o un lector profesional (no merefiero, naturalmente a estos tipos interesados que se ofrecen por internet).
- Sea muy crítico con lo que escribe. Piense que si a usted su obra no le gusta del todo a los demás les resultará muy mala; no sea autocomplaciente.
Quiero pedir disculpas si he resultado muy crítico con muchos autores. Les aseguro que lo hago con la mejor intención. Yo no soy su amigo ni su cuñado ni su esposa, por eso puedo hablarles con tanta franqueza.
Si desea que valore su novela, puede enviármela a través de este formulario: